martes, 20 de diciembre de 2005

La importancia del aspecto exterior o cómo no conseguir nunca llevar buena pinta.

No me gusta el título, pero al igual que no consigo habitualmente tener el aspecto “correcto”, los títulos o presentaciones tampoco se me dan muy bien.

A veces sí que me gustaría ir bien arregladita o al menos no parecer tan hippie sin ni siquiera pretenderlo. Creo que me abriría algunas puertas y al menos dejaría de ser la niña y me mirarían de forma más seria.

Claro que si voy a una entrevista de trabajo o a una reunión importante puedo embutirme en un traje y conseguir una presencia más o menos formal. Pero me refiero al día a día. No creo que haya nacido para ello, ni siquiera tengo el menor talento para conjuntar ropas, peinarme...más bien soy un puro desastre. Y de pintarme no hablemos, si tengo dos malos recuerdos de mis tiempos de azafata son el dichoso carrito con la comida ( en mi imaginación aún sigue pesando y en alguna pesadilla lo arrastro eternamente sin ayuda) y los continuos comentarios sobre mi maquillaje y mi pelo rebelde. Esos pelos de bruja por mucho que me peine pero que tienen vida propia.

Admiro a quien puede salir de casa impecable y mantenerse todo el día así: pero ¿de dónde sale el tiempo? Yo no lo encuentro por ningún lado... si me falta para hacer las cosas que realmente me importan, cómo voy a encontrarlo para tantas rutinas que se suponen necesarias. Ya necesitaría que los días tuvieran alguna hora más... ¿cuánto supondría a lo largo del tiempo robar esos minutos diarios? Ya voy a la peluquería varias veces al año, cuando veo que mi ropa se vuelve demasiado vieja me voy de compras y a la fuerza renuevo mi vestuario aunque odie probarme cosas.

¿Conseguiría algo si me esforzara realmente? ¿Merecería la pena? ¿Y a qué coste? No es que pretenda parecer pija ni mucho menos pero no ir hecha un desastre continuamente. ¿Superior a mis fuerzas? Me temo que sí

Y dicho esto ...desde ahora se me podrá confundir con un mendigo con sus harapos.

No hay comentarios: