viernes, 30 de diciembre de 2005

Ser y parecer.

Estos días tengo que "entretener" a mucha gente como parte de mi trabajo. Y por algún tipo de reacción, vuelvo a pensar cómo me ven los demás. No sé, no es algo que me resulte fácil, ver realmente como parece que soy aparte de lo muy obvio: muy tímida y tremendamente nerviosa. Pero incluso lo de tímida se puede interpretar de muchas maneras: fría, distante... Conversando entre desconocidos o personas con las que he tenido muy poca relación pero que sin embargo han oído hablar de mí me suelo llevar sorpresas, pero lo curioso es que más se las suelen llevar ellos: esperan encontrarse con alguien al que no siempre "encuentran". O si van buscando un "bicho raro" se tropiezan con otro de otra categoría. Y si lo que se juntan son personas que me conocen por motivos diferentes: aún se complica más la cosa, debo ser experta en mil caras. Siempre he pensado que esto ocurre porque tendemos a encasillar a la gente y formar un todo a partir de unas ideas: como si la personalidad fuera con el paquete completo sin muchas variaciones posibles. Y no es así: simplificar a las personas podrá ser la solución más fácil para intentar entenderlas pero lleva a muchos errores. Y una persona callada tranquila bien puede haber recorrido el mundo en solitario; alguien muy friki o muy ratoncito puede disfrutar divirtiéndose como el que más, se podrían poner tantos ejemplos.

Recuerdo en mi época de estudiante, viajes diarios de Zamora a Salamanca en autocar en compañía de otro chico que estudiaba en una facultad cercana y era amigo de uno de mis mejores amigos. Un día nos encontramos los tres por la calle y los dos intentaron presentarme al otro. Resultó que habían hablado bastante de mí, pero nunca a mi amigo se le había ocurrido identificarme como la chica que viajaba todos los días con su amigo. Y eso que él sabía que yo cogía ese autocar todos los días, dónde estudiaba... Cosas curiosas.

En fin, un poliedro con tantas caras tiende a ser una esfera....

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