viernes, 23 de septiembre de 2005

Demasiado cansada para pensar en títulos

Estos días tengo demasiado tiempo libre en el trabajo, lo que se traduce en mayor fatiga. Ni siquiera puedo ordenar mis ideas para explicar lo que quiero decir, pero la combinación de tensión, nervios,incertidumbre y tiempo libre desaprovechado y perdido es letal.

En una jornada normal de trabajo no estaría escribiendo en estos momentos, tendría bastantes cosas que hacer y tal vez hiciera una pausa para consultar algo o mirar mi correo o tomar café, pero desde luego no me pondría a escribir. Unos minutos para descansar son buenos, relajan y te ayudan a concentrarte más en la siguiente tarea, pero al revés no funciona del todo bien, al menos para mí. La otra opción sería no hacer nada de nada, y quedarme mirando a las musarañas; no me acaba de convencer del todo y de cara a las visitas sería poco menos que desastrosa (aunque a las alturas que estamos, no sé realmente a quién le importa eso)

La situación es la siguiente: hay una crisis muy grave y por razones de tipo "político" ésto en lo que estoy metida probablemente desaparecerá. Si ese probablemente no existiera, si hubiera una fecha, si todo estuviera claro y decidido, al menos las soluciones serían fáciles. Pero tal y como están las cosas tengo que continuar, paralizando todos los proyectos, sin poder crear uno nuevo pero tampoco dejar que mueran "por si acaso", un filo en el que me muevo todos los días, y que me deja de brazos cruzados como si fuera una estatua. Mi principal cometido en estos momentos es escuchar y analizar lo que me cuentan, para devolverlo racionalizado, masticado y , si es posible, con el menor veneno posible. Son horas y horas de escuchar y calmar ánimos, mostrarme fría, tranquila y racional, porque mientras yo me estoy jugando simplemente mi puesto de trabajo, otros han puesto sobre la mesa cargos, mucho dinero, y hasta algún título de "ilustrísimo" muy anhelado.

Y como estamos en España, aunque gran parte del día no tengo nada que hacer, las reuniones se convocan después de largas horas de trabajo (cuando no esas comidas pesadas y maratonianas en las que echo tanto de menos mi oficina). Como persona "de confianza", tengo que asistir, ser testigo de lo que está ocurriendo.

Es viernes, viernes por la tarde, y después de una semana en la que cada día que pasaba dormía menos y me encontraba con algún problema más al empezar la jornada, querría descansar. Todo el mundo me ve tranquila y relajada, diseccionando los datos, las traiciones, intrigas, luchas internas. Pero no soy una máquina. Y no puedo más.

No hay comentarios: